Nuestra lista de la compra es ahora más grande que nunca. No es que fuésemos de comer mucho fuera de casa, pero de vez en cuando íbamos a algún restaurante. Con la nueva situación que se nos plantea, y con el niño en casa ‘a tiempo completo’, muchas cosas han cambiado en el día a día. Para empezar, tenemos que comprar mucha más comida. Antes de todo esto, cinco días a la semana nuestro hijo comía en la guardería. Y eso se nota.
Y eso se nota también en su ritmo de comidas. De hecho, tener al niño en casa, aunque sea por obligación, nos ha servido para entenderlo mejor. Antes, era imposible que nos tomara determinados platos. Por alguna razón, no quería saber nada de los cocidos o de las tortillas. Es importante que los niños coman de todo, las vitaminas del huevo, por ejemplo, son muy importantes. Pero en casa, el niño se resistía a esos alimentos, así que íbamos tirando con otras cosas.
La verdad es que el niño ya comía bastante bien. No come chocolate ni snacks ni cosas de ese tipo. Pero sí es cierto que tenía una alimentación un poco limitada: mucho puré, sopa, pavo, yogures, etc. Una vez que se cumplió una semana de estar en casa, el niño cambió el chip y empezó a tomar cocidos y tortillas. Para nosotros es una muy buena noticia porque supone variar mucho más sus comidas.
Cuando tienes un niño en casa toda la alimentación depende de ti. Y no se deben poner excusas tipo “no tengo tiempo”, “tengo una reunión muy importante”. Un niño de 3 años tiene hambre y quiere comer, no va a ponerse a hacer un suflé el solo en la cocina. Así que el hecho de que coma más o menos lo mismo que nosotros, facilita mucho las rutinas. Yo, que soy un especialista en tortillas, me alegro de que ‘aprecie’ ahora las vitaminas del huevo. Y es un placer verle comer un buen plato de garbanzos con su madre y su padre… todo el día en casa.