A mi familia le ha tocado de cerca lidiar con enfermedades graves en los últimos tiempos y hemos tenido que aprender a gestionar estas situaciones de forma racional. No cabe otra opción, puesto que perder el control siempre es más negativo.
Cuando a mi abuelo le detectaron cancer de canal anal fue todo un golpe para la familia y mi abuela fue la que peor lo llevó en un principio. Entonces mi madre tomó una decisión muy acertada: decidió pedir ayuda psicológica a una asociación especializada en enfermos de cáncer para aprender a sobrellevar la situación. No esperó a que el trance pasara a mayores, sino que lo vio venir y le quiso poner freno.
Prefirió ser ella la que acudiera al psicólogo porque consideró que mi abuela no iba a estar en disposición de hacerlo y entendió que si iba ella podía ayudar a su madre con los conocimientos adquiridos.
El paso más importante que hay que dar a la hora de recibir la noticia de que un ser querido tiene una enfermedad grave es aceptar la situación y tratar de ser práctico. Lamentarse y caer en la tentación de la negatividad solo conduce a una espiral perjudicial para todos. El enfermo y sus familiares deben aceptar cuanto antes el diagnóstico y ponerse manos a la obra con el tratamiento.
El cancer de canal anal era bastante grave y había bastantes posibilidades de que no terminara bien, por lo que en las reuniones con el psicólogo también se habló de una situación difícil pero que no se puede eludir: la muerte. Es cierto que toda la ayuda psicológica del mundo no sirve, a menudo, para controlar el miedo a morir, pero es importante conocer algunos mecanismos para permitir al enfermo vivir de la mejor forma posible cuando se acerca la muerte.
Mi madre se convirtió en la referencia psicológica de la familia cuando murió el abuelo y cuando llegaron otras enfermedades. Aprendimos mucho con ello y ahora todos podemos manejar mejor las situaciones que nos han tocado vivir.