A ver, seamos francos: el mundo no se detiene. Y gran parte de que siga girando, al menos en el sector agrícola y en ciertos entornos industriales, se lo debemos a una pieza fundamental y, a menudo, poco valorada: el combustible. No me refiero a la gasolina que le echas a tu coche para ir al supermercado, sino a ese fluido vital que alimenta tractores, cosechadoras, generadores y esa maquinaria