Que su antigüedad no lleve a engaño: Braga es una ciudad joven y vibrante, muy universitaria gracias a las experiencias de Erasmus que cada año promueve la Universidade do Minho, en el seno de la región homónima. Pese a ello, las escapadas turísticas afrontan aquí desafíos similares a otros grandes centros urbanos, como la masificación en temporada alta. Esto obliga a reservar parking Braga centro y otros servicios turísticos (hoteles, monumentos históricos, etcétera) con bastante antelación.

Para llegar a la «Roma portuguesa», el coche, moto o autocaravana es la mejor opción, por la flexibilidad y autonomía que proporciona frente al transporte público. No obstante, deberá lidiarse con los peajes manuales y electrónicos del territorio.

El estacionamiento es sin duda uno de los puntos más conflictivos de Braga, como en otras urbes europeas. La restricción de vehículos por motivos ambientales se suma al déficit de parkings, dificultando la búsqueda de plaza libre. Con todo, la ciudad portuguesa dispone opciones suficientes para estacionar, incluso gratuitas, como demuestra su zona blanca.

En la zona azul de Braga, en cambio, los conductores deben abonar la tarifa correspondiente y ajustarse a unos límites de horarios establecidos para los días hábiles, festivos y fines de semana. El aspecto positivo es la abundancia de parkings de pago, como los de San Lázaro, Avenida Central o la Estação Ferroviária de Braga.

Respecto a la mejor época para visitarla, la primavera y el otoño presentan una menor afluencia de viajeros y una relación calidad-precio más ajustada en los hoteles, restaurantes, aparcamientos, etcétera. Al decantarse por estas fechas, el viajero puede coincidir con la Semana Santa y otras festividades de la región.

En cualquier caso, se recomienda trazar el itinerario antes de llegar a Braga, con el fin de no desperdiciar ni un minuto. Entre los must de la ciudad, figuran el Santuario del Bom Jesus do Monte, la Catedral de Braga, el Arco da Porta Nova o los Museo Biscainhos.