Los parasoles son uno de los accesorios más representativos del verano, especialmente en países de clima mediterráneo, donde las altas temperaturas y escasas precipitaciones aumentan el atractivo de piscinas, playas y jardines. Por este motivo, la demanda de ezpeleta umbrella y otros productos es tan elevada en España, país con 300 días de sol al año y un estilo de vida outdoor incomparable.
La sencillez es una de las señas de identidad de los parasoles. Este elemento se compone de una sombrilla unida a un poste o soporte y una base lastrada, que opone una resistencia necesaria al viento.
Desmontable y fácilmente movible, el parasol presenta una clara ventaja frente a toldos y pérgolas, ya que estos no pueden trasladarse desde sus ubicaciones originales. Únicamente la carpa —y con algunos peros— pueden reubicarse cuando interesa, aunque su complejidad estructural crea dificultades que brillan por su ausencia en los parasoles.
Disponibles en estilos y diseños variados, los parasoles pueden clasificarse en dos clases, a saber:
- El parasol excéntrico o lateral se caracteriza por la situación de su poste, ubicado en uno de los lados, de forma que la superficie de la sombrilla permanece despejada en su mayor parte. Así, nunca dificultan el tránsito y posibilitan la instalación de mesas y sillas con mayor libertad. En la mayoría de los casos, el poste actúa como un brazo articulado, fácilmente regulable para orientar la sombrilla y proporcionar una sombra más eficiente.
- El parasol central es el modelo más extendido y tradicional, y como indica su nombre, su poste está situado en el centro mismo. Esta característica agrega, por una parte, una mayor sencillez a su diseño, pero le resta confort y practicidad en otros aspectos.
Más allá de esta tipología, la sombrilla del parasol puede adoptar múltiples diseños: desde las clásicas formas circular y cuadrada hasta la oblonga, la elíptica, la hexagonal, etcétera.