Lo conocí en un curso de especialización que hicimos hace unos años, en plena crisis, cuando muchos periodistas habíamos quedado en el paro. Desde el principio me dijo que tenía una idea clara sobre lo que quería hacer después de que pasase la tormenta: travel blogger. Yo arqueé un poco las cejas y dije “vale, vale”. Pero lo que no sabía entonces es que aquel chico era de esa clase de personas que donde pone el ojo, pone la bala: si dice algo es que lo ha pensado bien y sabe cómo hacerlo.
Una década más tarde recibo un mensaje en mi móvil: “comprando billetes para ons desde bueu«. El hombre no para, ahora está en Galicia. Desde que puso en marcha su proyecto se ha salido con la suya: vivir viajando. Pero, eso sí, siempre me dice lo mismo: “esto es un trabajo… aunque a veces no lo parezca”. Y claro que lo es.
El bloguero de viajes está siempre de aquí para allá, pero (casi) siempre es trabajo. Lo que aparece en el artículo final es tan solo una parte de lo que ha tenido que hacer el periodista. El mayor problema suele ser la falta de tiempo: se sigue un estricto plan horario por una cuestión de rentabilidad. No es lo mismo pagar por una noche de hotel que por dos, y no es lo mismo una noche de hotel que ninguna…
A menudo en los artículos de viajes da la sensación de que el viajero se pasa el rato disfrutando de los hoteles, la gastronomía, etc. Pero es todo muy rápido: una foto aquí, una foto allá, y al coche o al autobús. En este sentido, poco tiene que ver con un ‘viaje de placer’. Pero no deja de ser un viaje, ¿no?
Si mi amigo estaba comprando billetes para Ons desde Bueu es que va a ir la Isla de Ons. Es un sitio que no conozco y tiene muy buena pinta. A buen seguro que su estancia será corta, pero tendrá tiempo de disfrutar. A veces los envidio, aunque en esta época, con el tema del virus, un poco menos…