Aguantar o pedir presupuesto

La casa de mis padres pide a gritos algunos cambios. Durante los últimos años siempre se pensó en reformar cocina, pero por diferentes cuestiones nunca se ha abordado. La última reforma que yo recuerdo fue de hace ya casi 20 años. Se cambió casi todo, y se colocó un granito muy resultón. La cocina quedó muy bien, pero los años pasan. Además, la cocina se ha usado mucho en ese tiempo.
Ahora que los hijos ya no viven en casa, la cocina es un espacio mucho menos importante. Por eso, se pensó en dejar la reforma para más adelante o incluso posponerla indefinidamente. Pero algo sucedió en la última cena de Nochebuena. Un pequeño incendió (que pudo ser mucho mayor) afectó a parte de la cocina. Son cosas que suelen pasar en las fiestas, cuando más gente hay.
Aunque el seguro se encargó de arreglar algunas cosas, la idea de reformar cocina ha vuelto a la mente de mis padres. Un aspecto que hay que tener en cuenta la hora de hacer una remodelación es la del coste. Hoy en día cualquier reforma es cara, sobre todo en espacios como la cocina.
Por supuesto, hay que decidir qué se cambia y qué no. Por ejemplo, yo siempre he dicho que hay que jubilar el frigorífico. Se trata de un electrodoméstico un tanto extraño. Parece que tiene vida propia. Aunque en los primeros años cumplió bastante bien, en los últimos ha dado bastantes problemillas. Últimamente empezó a sonar de un modo muy raro y molesto. Nadie sabía muy bien a qué se debía.
Mis padres se fueron de vacaciones unos días y al volver el sonido había desaparecido pero, a cambio, enfriaba más de la cuenta, incluso bajando el regulador al mínimo. Lo dicho, tiene vida propia.
Si en una reforma de la cocina también quieres cambiar electrodomésticos el precio lógicamente se va a disparar. Si solo quieres hacer un lavado de cara, el coste es inferior. En las próximas semanas se tomará una decisión definitiva, pero me parece que el frigorífico se va a seguir salvando de la quema…